La Limpieza por Barrios y la ciudad...
Para empezar el escrito: “La limpieza debe ser de calidad”, no solo de tirar agua, ver personas uniformadas, vehículos eléctricos, y poca cosa más. La suciedad no se elimina con estas actuaciones, ni por esos motivos, es mucho más profunda, y debe ser también eficaz. Si se limpia y al cabo de poco tiempo vuelve a estar sucia la zona que se ha limpiado, eso se llama chapuza, perder tiempo, dinero y muchas cosas más. Sin embargo, el incivismo, así como actuaciones colectivas y personales sobre la eficacia y premiar las actuaciones coherentes personales (descuentos en el recibo del pago de basura), serían mucho más eficaces.
Los operarios/as, que componen la plantilla de la limpieza, se les detectan el uso del teléfono que lo llevan pegado a las orejas; para almorzar utilizan excesivo tiempo, fumar y otros menesteres, dentro del tiempo presencial (con cronómetro en mano). La mayoría de operarios/as de casi toda la plantilla, su efectividad ronda el 50 % del tiempo real. Y si fuesen más comedidos en hacer un buen trabajo efectivo en las horas de presencia: “otro gallo cantaría”. “Imposible que se les tenga respeto por su trabajo. Un ejemplo que es repudiado por la sociedad”.
La impresión que se tiene de las máquinas, no hace más que usar agua por las calles y aceras en horas diurnas, y molestando a peatones, a las personas que están trabajando, y sobre todo al transporte rodado por la ciudad. No se ha visto desde hace tiempo que en un horario de 11:00 a 12:00 horas de la mañana (en máxima actividad ciudadana en la ciudad), es cuando más se ven operarios y máquinas de la limpieza. Pero de efectividad nada, de nada. Más que limpiar manchan, ensucian, y a veces ni eso. ¿Hay alguien que controle, que ponga orden, que llame la atención sobre el trabajo mal hecho, y que lo hagan mejor? ¿Quién vigila la calidad del trabajo?
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