Divendres, 19 d'Abril de 2024

Joaquim Maria Bartrina, agredit (1869)

28 d'Agost de 2019, per Jaume Massó Carballido
  • Un retrat de Bartrina, dibuixat per Tomàs Bergadà

     

No és un fet gaire conegut que fa cent cinquanta anys, a la darreria del juny de 1869, el jove escriptor reusenc Joaquim Maria Bartrina (Reus, 1850 - Barcelona, 1880) fou objecte d’una agressió física. No em sembla balder explicar amb cert detall quines van ser les circumstàncies d’un fet tan lamentable. No és cap novetat dir que Bartrina va col·laborar, si més no, en dues de les primeres publicacions satíriques reusenques, ambdues de curta però agitada vida: El Sorbete, subtitulada Hoja suelta literaria a su modo y satírica hasta cierto punto (1868), i El Mosquito (1869). Quan Marià Pons, a les planes del (seu) setmanari liberal-monàrquic El Crepúsculo, va dir que Bartrina era el director d’El Sorbete, aquest ho va negar per mitjà d’una carta publicada (el 15 d’agost de 1868) al Diario de Reus: «[…] Como yo no he desempeñado nunca dicho cargo, me apresuro a hacerlo público a fin de que mi silencio no diese a creer lo que no es cierto». Que no en fos el director no volia dir, és clar, que no hi col·laborés d’una manera o altra. El cas és que El Sorbete va desaparèixer de seguida (per disposició governativa) i que van passar més de deu mesos fins que no aparegué El Mosquito, el qual es va presentar amb una mena de faixa o subtítol en vers que deia: A todo el mundo en un brete / puso mi papá «El Sorbete.» / Y hoy viene a hacer lo mismito / su descendiente «El Mosquito.» Podríem dir que El Mosquito fou el germà petit satíric del seriós portaveu dels republicans federals reusencs, La Redención del Pueblo, que dirigia Josep Güell i Mercader. Aquest, anys més tard, en recordar els orígens de La Redención, va escriure: «Los colaboradores más asíduos del periódico fueron Bartrina, Pelfort (Pedro), Lletget (José) y Juan Sotorra y Cartañá, pero sólo el primero y segundo tenían vocación de periodistas. Bartrina y Lletget, jóvenes de 20 años ardorosos hasta lo inconveniente muchas veces, no podían avenirse a las trabas que a su entusiasmo yo oponía, y en Junio de 1869 fundaron un periódico semanal titulado El Mosquito, alma del cual fue Bartrina, que en él empezó a dar muestra de aquel espíritu profundamente mordaz que caracteriza sus escritos ligeros. El objeto de esta publicación fue defenderse de los rudos y groseros ataques que a Bartrina dirigió El Crepúsculo, redactado por Mariano Pons, ataques de que yo también participé pero que desdeñé hasta el punto de [no] nombrar jamás ese periódico en el mío. No escribí ni una línea en El Mosquito, ni Bartrina me consultó jamás lo que iba a publicar. Fue aquella una especie de emancipación del elemento joven, que yo no contrarié por no producir una escisión en el partido republicano» (document conservat a l’Arxiu Històric de Reus). Cal aclarir que El Crepúsculo va deixar de publicar-se el 25 d’abril de 1869 i que el primer número d’El Mosquito no va aparèixer fins el 13 de juny. Aleshores, l’opositor de La Redención era el Diario de Reus.

A la pàgina 4 i última del número 3 d’El Mosquito, del 29 de juny de 1869, al final de la secció “Picaduras” (un títol molt apropiat), aparegué un llarg comentari sobre un comunicat publicat en el periòdic madrileny La Iberia, signat per diversos socis de l’Ateneu Liberal de Reus, «en el que hacen alarde de una carta autógrafa suscrita por la minoría republicana recomendando el periódico La Discusión, y dicen por esto que la minoría republicana solicita el apoyo de los socios del Ateneo liberal […]. Dicen entre otras cosas los firmantes, entre los cuales de buen seguro hay algún redactor del «Diario de Reus», que los republicanos de esta ciudad no han disparado un tiro». A més d’altres consideracions, la columna d’El Mosquito fa un repàs dels diferents signants del comunicat, entre els quals hi havia el Sr. Gallisá, de qui es diu: «más le valdria que en vez de firmar comunicados cuidase de… sus cosas». Al final de la pàgina, immediatament damunt del peu d’imprenta, hi consta una nota informativa: «Háse separado de nuestra redacción nuestro particular amigo J. M. Bartrina. A pesar de ello continuará colaborando». Les conseqüències d’aquesta nota, insòlita en una publicació satírica anònima, no es van fer esperar. La Redención del Pueblo del dia 1 de juliol, que s’obria amb un article de Bartrina sobre “La jura de la Constitucion” (clos amb les frases ¡Abajo la Monarquía! ¡Viva la República!), informava tot seguit: «Anteayer nuestro amigo y compañero de Redaccion, Joaquín María Bartrina, fue cobarde y brutalmente atropellado en medio de una calle por un sugeto que se llama Eusebio Gallisá. Según parece, este Gallisá es monárquico o el pobrete así se lo figura. Firmó el comunicado de La Iberia de que hablabámos en nuestro último número. El Mosquito, periódico satírico-político que se publica en esta ciudad, y de cuya redacción formaba parte nuestro amigo Bartrina, ha comentado dicho comunicado, y Gallisá creyéndose ofendido y aconsejado quizás por los hombres de orden del bando monárquico de esta ciudad, sin pedir satisfacción de ninguna clase  a nuestro amigo Bartrina, sin dirigirle siquiera una palabra, le atacó por la espalda y le probó que tenía razón con el brutal argumento del garrote. Nuestro amigo, sorprendido y no acostumbrado a discutir con semejantes argumentos, y despreciando como debía al argumentador, ha dejado la cuestión intacta para que la resuelvan los tribunales de justicia». Després d’un seguit de reflexions arran de la qüestió, la nota editorial de La Redención conclou: «nos bastan y sobran las armas de la razón y el egercicio tranquilo de la libertad».

Tres dies després, el mateix bisetmanari informava que «el Sr. Gallisá, héroe del escándalo de que dimos cuenta en nuestro último número, llamado anteayer a juicio de faltas ante el ciudadano alcalde popular, y gracias a haber dado cumplidas satisfacciones a nuestro amigo Bartrina, y arrepentirse del hecho que allí le conducía, pudo librarse, a instancias del mismo agraviado, de sufrir el máximo de la pena que la ley marca a los que como el Sr. Gallisá atacan por la espalda a los individuos pacíficos que transitan por las calles. Celebramos que la cosa haya acabado así, y felicitamos muy mucho al Sr. Gallisá». Però el tal Gallisà no estava d’acord amb aquesta versió. En una carta publicada en el número següent de La Redención, el 8 de juliol, Gallisà ho explicava d’aquesta manera: «[…] Quien ataca a traición, villanamente y sin motivo, es el que lastima mi honor desacreditando la libertad de la prensa, cubierto con el antifaz del anónimo, y que formando parte de una redacción escusa la parte de responsabilidad que le corresponde. Precisamente de la redacción de «El Mosquito» el único responsable hasta hoy verdaderamente conocido es el ciudadano Joaquín María Bartrina puesto que en el número que motivó los palos que le di anuncia que se retiraba de aquella redacción, lo cual prueba que en ella estaba. En esta razón fundado no es verdad ni que esté arrepentido de lo hecho ni que en juicio le diera satisfacción cumplida […]». En una postil·la (redactada per Güell i Mercader), La Redención es refermava en què «el señor Gallisá dio cumplidas satisfacciones a Bartrina, lo sabemos por las mismas personas que asistieron al juicio […]. Lo decimos alto, muy alto; atacó cobarde, traidoramente. ¿Cree este pobrete, a quien tal vez se le habrán pegado las ínfulas de matón, que ha de asustarnos? Pues se equivoca lastimosamente».

La qüestió es va complicar una mica més amb la intervenció d’un nou periòdic satíric, El Canta-Claro, aparegut el dia 4 de juliol. També anònimament, El Canta-Claro atacà durament Bartrina, Güell i Lletget, en l’article significativament intitulat “Un mamífero, un chupóptero y un cuadrúpedo”. A partir del nom del setmanari El Mosquito, el/s redactor/s d’El Canta-Claro deduïa/en: «es un verdadero mosquito aquel que tiene la costumbre de beber a costa agena, esto es, aquel que bebe y no paga. Y es fama que el ciudadanito Joaquín María Bartrina lo hace ordinariamente así. Es público y notorio que no ha pertenecido a Sociedad alguna, ni ha visitado Café que no haya salido de allí debiendo. En cuanto a fumar, se vale indistintamente de todos los fumadores. […] También es público y notorio que el tal ciudadanito no tiene oficio ni beneficio, y que vive a espensas de los acreedores de su padre, el cual quebró hace poco. Verdad es que, respecto a la reciente quiebra de su padre, no puede decirse que anden opiniones, porque la opinión ha estado unánime en este punto. Esto parecerá un poco duro al comerciante D. Joaquín Bartrina, pero estímelo como uno de los goces que le proporcionan las travesuras de su hijo, ya que viviendo como vive bajo su patria potestad, no sabe contenerle, corregirle ni educarle, haciéndole ver lo delicado de su posición y la conveniencia de que no insulte a personas de intachable conducta, quien tiene la suya tan censurable. Tenemos pues que el niño Bartrina, inventor y redactor de El Mosquito, bajo la inspiración del otro ciudadanito José Güell, pertenece a la familia de los chupópteros». Us estalvio el detall dels atacs al mamífero Güell i Mercader i al cuadrúpedo Josep Lleget, però reprodueixo –ni que sigui parcialment– el que deia una altra secció (sense títol) del mateix Canta-Claro: «La Redención nos da la noticia de haber saboreado una buena paliza uno de sus compañeros de redacción. Visto el último número de El Mosquito, no ha podido sorprendernos la noticia. A injustificables insolencias no cabe otra contestación. Así lo ha estimado el público. Tal vez nosotros seamos los únicos en reprobarlo, porque preferiríamos quitarles los calzones y darles una zurra, que es correctivo más propio de criaturas […]».

Arran de les desqualificacions d’El Canta-Claro, Bartrina es va veure obligat a publicar un full solt, imprès i signat, en què –entre altres coses– deia: «[…] Si el objeto de sus anónimos autores era promover un escándalo, lo han logrado. No contentos con atacar mi vida privada, en lo cual estaban en su derecho, han insultado infamemente el nombre de mi padre, para lo cual nadie les autorizaba; y los únicos que han aprobado tal insulto han sido los mismos que iban a adularle los días en que para él brillaba la estrella de la fortuna, y que hoy, al ver que solo el astro de la desdicha esparce sus tristísimos rayos en el seno del hogar doméstico, y al comprender que no podían ya sacar más partido del que les cubría de favores en su suerte, no han vacilado ¡cobardes! en abandonarle en su inmensa desgracia. Si ellos han pretendido herirme con sus palabras, se han equivocado; soy lo suficientemente digno para relegar al desprecio esos insultos de baja ralea que manchan la boca del que los pronuncia, la conciencia del que los aplaude y el nombre del que los atiende. Muchas son las faltas que he cometido en mi vida: al ponerlas al público han hecho bien, ésta es la misión de la prensa; pero hoy no quiero aumentar su número cometiendo la de contestar minuciosamente a mis enemigos. El público que conoce a unos y otros fallará en esta ocasión: si yo he obrado mal, si he atacado la honra de alguien, si sin saberlo ni quererlo he sido ligero, y si mi ligereza puede acarrear escisiones en el seno de la sociedad en que vivo, ruego al público que sea duro o inexorable en su fallo; al cual, sea poco lisongero para mí, séalo mucho, me someto desde ahora».

No s’ha conservat, que jo sàpiga, cap exemplar dels dos números següents d’El Mosquito, en què probablement hi havia referències a tota aquesta qüestió, però sí que he trobat (a l’Arxiu Històric de Reus) una carta particular que en parla i que va ser tramesa a Güell i Mercader, des de Madrid, pel seu compatrici Frederic Gomis, destacat membre del partit monàrquic i amic del general Prim. A la carta, datada el dia 10 de juliol, Gomis explica que havia llegit «con profundo disgusto unos números de «El Canta-Claro» y de «El Mosquito» que, por desdicha, se publican en esa ciudad». Després de diverses consideracions sobre els límits de la llibertat d’imprenta, Gomis s’adreça directament a Güell: «Yo deseo que emplee V. todo su valimiento para conseguir que «El Mosquito» haga una declaración formal de que en lo sucesivo no se ocupará en satirizar ni discutir de manera alguna los actos que se refieran a la vida privada y mucho menos en provocar cuestiones agenas a la elevada misión de la prensa periódica. Por mi parte, he suplicado a quien corresponde que el «Canta-Claro» cese de cantar. […] Ruego pues a V. encarecidamente que dedique su inteligencia, su constancia, su valimiento y si necesario fuese autoridad política a apagar toda clase de enconos y disensiones entre los elementos liberales: a aunarlos contra el enemigo común y a establecer en esa Ciudad la armonía, el bien estar y la fraternidad que tanto la distinguió durante la guerra Civil. Ofrezco a V. toda mi cooperación y escaso valimiento para alcanzar esos fines, si los considera V. laudables. Tome cada uno en las filas que ostenten su bandera en el campo de la política; pero seamos todos hijos de Reus, amantes de Reus y de todo cuanto pueda contribuir a su bien estar y a su engrandecimiento […]».

El Canta-Claro ja no va tornar a sortir, certament, però val a dir que fou immediatament substituït per un pamflet d’idèntiques característiques (i segurament amb els mateixos redactors): El Enano de la Venta, l’única sortida coneguda del qual és datada l’11 de juliol. Per l’altra banda, l’últim número documentat d’El Mosquito és el 6, del 18 de juliol. Tot i l’intercanvi de d’elogis entre l’un i l’altre, no hi he sabut descobrir referències prou explícites sobre l’assumpte que ens ocupa. Potser ja n’hi havia hagut massa.

Jaume Massó Carballido és arqueòleg i historiador.

 

 

 

 

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